Findlay es el nombre de la banda de la británica Natalie Rose Findlay, vocalista y compositora de Manchester con el mismo ADN que PJ Harvey y Alison Mosshart (The Kills). Tuvo, cuando adolescente, a los 17 años (en junio cumplirá 27), un conato de fama, al firmar por Polydor, que derivó en pesadilla y la obligó a recular. Fundó su propio sello, Mint Records, llegó a un acuerdo con BMG y reseteó su carrera. Ahora, reinventada, salta entre géneros -revisitando el grunge de los noventa, el shoegaze, el pop garagero, su amor por los discos de Motown y por el rock psicodélico...-, creando un paisaje de estribillos adictivos. El resultado, en palabras de Rebel Noise, “un elegante latigazo británico pop-rock-electrónica, un salvaje híbrido al que darle volumen a lo bestia”. O en las de Cryptic Rock, “tiene la gravilla atrevida de las riot grrrls y su influencia punk, la sinceridad afilada de los rockeros clásicos de los setenta, el pálpito del garage, los sonidos cinemáticos y una sensualidad de labios rojos que lo sella todo con un delicioso beso”. Ha publicado tres EPs -dos en 2013, uno en 2015- y el LP “Forgotten Pleasures” (2017).