Fue en 2016 cuando la banda británica Kerala Dust dio sus primeros pasos, al principio como un proyecto unipersonal del productor y compositor Edmund Kenny, quien con el alias de Kerala Dust empezó a subir temas a Soundcloud. Logró tal impacto con ellos que bien pronto fue fichado por el sello alemán (de Colonia) Laut & Luise, donde a principios de 2017 publicó su primer lanzamiento, “Late Sun” (EP). Con el objetivo de diferenciar su iniciativa de otras del campo electrónico, Kenny sumó a la suya al pianista Harvey Grant y al guitarrista Lloyd Calderon-Polson, para que contribuyesen a sus directos (ese año ya giraron por Europa, México y Estados Unidos). Directos exitosos, por cierto. Como ejemplo, aquí va lo que se escribió en el SF Weekly de su concierto en San Francisco: "La multitud quedó embelesada durante la actuación hipnótica de Kerala Dust. Acompañada de efectos visuales psicodélicos en las paredes que rodean el escenario, la banda llevó a la audiencia a un viaje que unió a la perfección el house y el downtempo, con una mezcla de funk y jazz. Tratar de encasillar a Kerala Dust en uno o incluso dos géneros no solo es difícil, sino que no sirve para su naturaleza experimental".
Y es que los directos de Kerala Dust son una conversación constante con sus sonidos del estudio. En ellos las piezas se reinterpretan, enlazan, desmontan y vuelven a ensamblar. En sintonía con eso, en 2020 publicaron su primer álbum, “Light, West”, y en 2021 vio la luz su directo “Live, West”, donde reflejan cómo sobre el escenario reinventan las composiciones de su LP de debut. Ya tienen finalizado el siguiente, "Violet Drive", que saldrá en febrero de 2023. Se trata de un álbum en el que, rompiendo con sus habituales formas de trabajar del pasado, han creado las canciones desde la batería, de manera que las percusiones son las que lo definen, impresionantes y sonando a veces casi como un grito de guerra. A su alrededor, destellos de guitarras de blues, sintetizadores mareados y la voz, entre profunda y almibarada, de Edmund Kenny. El disco se grabó en tan solo dos semanas en un estudio en los Alpes, a las afueras de Zúrich. “Había estado escribiendo anteriormente de una manera bastante americana”, explica Edmund, “y este disco es mucho más centroeuropeo en términos de sus influencias”. Con las leyendas alemanas Can como un punto de contacto constante, pero también la PJ Harvey de “Let England Shake”, sobre todo por cómo aborda y se interroga sobre temas espinosos de la historia británica y la europea.