En solitario, el líder de los texanos Centro-matic y South San Gabriel ofrece folk-rock de fuerte carga sensitiva, que se agarra al esqueleto de las canciones de sus dos bandas y también al de sus propios discos. Este formato explota con mayor profundidad si cabe el poder catártico de su voz, esa espiritualidad de gospel blanco desvalido. Así conquistó a la crítica en su primer tour por España en 2005. Además de músico, Will Johnson es pintor y dibujante. Por eso pinta y dibuja como hace música y viceversa. Sus canciones se asemejan a un lienzo cubierto de pinceladas de emociones y colores primarios, que luego el texano va salpicando, repasando con pluma, manchando con brochazos, encerrándolos en un círculo sonoro ahora más sutil, luego más audaz. Nos canta un desfile de sílabas envueltas en sombras que dan forma a melodías fantasmales. Son sus letras meditaciones provocadoras desde un mundo de gran complejidad moral. Algo siempre perceptible en los ocho discos que ha firmado a su nombre -“Murder Of Tails” (2002), “Vultures Await” (2004), “Survey / Voyage” (2005), “Scorpion” (2012), “Swam City Vampires” (2015), “Hatteras Night, A Good Luck Charm” (2017) y “Wire Mountain” (2019) y “El Capitán” (2020)-, un currículo al que hay que sumar el que firmó a medias con el malogrado Jason Molina, “Molina & Johnson” (2009), así como “New Multitudes” (2012), homenaje a Woody Guthrie donde compartió protagonismo con Jim James (My Morning Jacket) y Anders Parker (Varnaline).