El estadounidense Ryan Adams, nominado siete veces en los Grammy, es uno de los más talentosos compositores del rock de las últimas décadas. Podemos situar su explosión primera en Whiskeytown, la banda que lideró entre 1994 y el año 2000. Con ella sacó tres discos –“Faithless Street” (1996), “Rural Free Delivery” (1997) y “Strangers Almanac” (1997): una trilogía que escuchada hoy conserva todo su encanto- con los que consiguió convertirse en algo así como el Gram Parsons del por entonces tan en boga country alternativo y de la llamada americana. Un adhesivo que aún se le enganchó más cuando debutó en solitario con el estupendo (o mejor deberíamos decir estupendísimo) “Heartbreaker” (2000), al que siguió un “Gold” (2001) que lo consagró como del chico del póster de todo aquello. ¡Casi era más famoso que Bryan Adams!
Como se escribió en el libro “Teen Spirit. De viaje por el pop independiente”, de 2004, en ese álbum, “Gold”, “Adams se presentó como el reverso de Kurt Cobain, beodo de vino y de ‘Sticky Fingers’. El resto estético que asume ahí Adams gasta look de pop. El look que le habla a todo el mundo. En la portada, la bandera de Estados Unidos, al revés. La imagen de marca de la percepción estadounidense, boca abajo. Amor y robo en el interior del disco, que se nutre de la mitología rockera de los sesenta y los setenta”.
A partir de ahí, el ritmo de su evolución lo marcó un imprevisible carpe diem, así que en “Rock N Roll” (2003) hizo lo propio, pero con la década de los ochenta en su diana. Además de imprevisible, su nuevo carpe diem se puede etiquetar de prolífico, hasta el punto que desde entonces ha ido sumando y sumando hasta tener ya una treintena de álbumes de estudio; cuatro de ellos los firmó con su nueva banda, The Cardinals, que disolvió en 2009. Desde esa disolución, su discografía no ha dejado de copar titulares por un motivo u otro, bien sea por el disco que en 2015 versionó canción a canción el “1989” de Taylor Swift, o porque entre 2020 y 2022 publicó nada menos que seis álbumes (entre ellos, igual que hizo con “1989” de Swift, versiones enteras del “Nebraska” de Bruce Springsteen o el “Blood On The Tracks” de Bob Dylan), o porque solo en 2024 ya lleva cinco LPs más –“Sword & Stone”, “Star Sign”, “Heatwave”, “1985” y “Prisoners” (este, en directo)-, con reseñas tan buenas como estas: “Recapitulemos: ’1985’ es angustia punk, ‘Heatwave’ es un revelación rockera y ‘Star Sign’ es Ryan en su gloria como compositor” (Amplify The Noise).
Entre sus fans confesos encontramos nombres como Norah Jones, la citada Taylor Swift, Elton John, Willie Nelson, Noel Gallagher o el escritor Stephen King, quien en 2007 lanzó a los vientos esta frase: “No voy a decir que Ryan Adams es el mejor compositor norteamericano desde Neil Young, pero tampoco voy a decir que no lo es”.