Aunque a finales de los 90, a punto de entrar en la veintena, ejercía de vocalista de una banda de metal gótico, de nombre Shellyz Raven, la carrera musical de esta noruega no despegó de manera oficial hasta 2006, año en que publicó su primer EP (nominado a los Spellemannprisen, los Grammy de su país, en la categoría de “mejor debutante”) y también sacó su LP de debut. Cuando pasó lo segundo ya se hacía llamar Rockettothesky y así estuvo hasta el tercer álbum, “Viscera” (2011), con el que volvió a firmar como Jenny Hval. En todos esos trabajos estaban presentes las influencias que marcaron su primera etapa, caso de Kate Bush y el pop andrógino de los 80 (ese que podemos identificar con Jimmy Somerville), que ella llevaba hacia terrenos experimentales. Fue en su cuarto disco, “Innocence Is Kinky” (2013), donde esa voluntad de riesgo, y su compromiso en las letras con la política y la sexualidad, pasaron de manera evidente de la teoría a la práctica. Y más lejos fue en 2015 con el quinto, “Apocalypse, Girl”, donde su art-pop, original y provocador, más deconstruido que nunca, hace emerger melodías desde la abstracción y la acerca al carril que transitan Björk o FKA Twigs. Con su continuación, "Blood Bitch" (2016), siguió ahondando su senda experimental, establecidad como una de las más excitantes del presente. "Blood Bitch", y aquí reproducimos sus propias palabras, "es también una historia ficticia, llena de personajes e imágenes sacadas de las películas de explotación y terror de los años setenta. Con ese lenguaje, más que en el elegante y moderno comentario social, descubrí que podía contar un historia diferente sobre mí misma y mi propio tiempo: un diario poético de moderna brevedad y trascendencia". En resumen, un trabajo más directo que "Apocalypse, Girl", menos provocativo en la innovación formal pero igual de crítico contra la misoginia y la sociedad opresiva. En septiembre de 2019 llegó su último LP, "The Practice Of Love", donde ejercen de vocalistas invitadas Vivian Wang (del grupo de rock psicodélico The Observatory), la cantautora australiana Laura Jean y la experimental francesa Félicia Atkinson. Es tal vez su disco más sutil y accesible, aunque la complejidad y provocación de los dos anteriores se mantenga firme, pero con un tratamiento más amable.