El estadounidense Nick Waterhouse empieza este jueves 31 de octubre en Santander (Escenario Santander) el tour de su último LP, de título homónimo y publicado en marzo, que es el cuarto de su carrera. Además, Waterhouse también actuará el 1 de noviembre en el Funtastic Dracula Carnival de Benidorm (con las entradas agotadas desde mediados de junio y donde ejercerá de cabeza de cartel), el 2 en Madrid (But) y el 3 en Barcelona (Apolo).
En estos tres conciertos Nick contará con el cuarteto británico The Roves como teloneros. que factura una suerte de jangle-pop melancólico pero luminoso que mira con el retrovisor al pop sesentero de grupos como de The Turtles y The Monkeys y al ochentero de Pale Fountains o The Jazz Butcher. Hasta el momento han publicado dos álbumes, su debut homónimo, de 2018, y “All Those Freaks”, que salió en abril de este año.
Descrito al principio de su trayectoria como un hombre joven que hace viejo rhythm'n'blues, Nick Waterhouse se ha convertido en un icono de los activistas de sonidos anteriores al rock'n'roll, pero facturados, eso sí, desde el presente y con una energía y una prestancia actuales. Nacido en el sur californiano a finales de los 80, creció marcado por las preferencias clásicas de sus padres en cuanto a soul, blues y rock. Fue cultivando esa tendencia primero en sus años de instituto (cuando formó su primera banda, The Intelligista) y después cuando se trasladó a San Francisco y trabajó de dependiente en una tienda de discos vintage (una historia muy en la línea del libro “Alta fidelidad” de Nick Hornby). Y así llegó el momento del primer single, “Some Place”, que voló rápido entre coleccionistas de rhythm'n'blues actual, y luego un EP de cinco canciones, “Is That Clear” (2011).
Al año siguiente, LP de debut, “Time's All Gone”. El segundo, “Holly”, llegó en 2014. Y entre ambos se dedicó a producir la psicodelia garagera de Allah-Las. Con 'Never Twice' (2016) -saludado por 'Vogue' como “el segundo advenimiento del soul”- completó su primera trilogía. Lo hizo aportándole a la banda más espacio que en sus trabajos previos, con solos del órgano y el saxo tenor en nueve de sus diez cortes, y refinando su sonido. Una de las composiciones de Waterhouse ahí incluida, “Katchi”, fue convertida en hit planetario gracias a la remezcla que de ella realizó en 2017 el dúo francés de Ofenbach. Durante esos tres álbumes Nick fue borrando fronteras entre lo clásico y lo contemporáneo, añadiendo toques de sucinta modernidad (su réplica a los años 50 y 60) a lo que podríamos llamar la versión indie de Chris Isaak.
El 8 de marzo de este 2019 ha llegado su cuarto trabajo, de título homónimo, grabado en los estudios Electro-Vox Recorders de Los Ángeles y coproducido entre el propio Waterhouse y Paul Butler (Michael Kiwanuka y St. Paul And The Broken Bones). Entre quienes han colaborado en su creación, Bart Davenport, el percusionista Andres Renteria (Flying Lotus, Father John Misty), el flautista Ricky Washington (padre de Kamasi Washington) y los saxofonistas Paula Henderson (Gogol Bordello) y Mando Dorame (JD McPherson). Que Nick Waterhouse haya decidido bautizar a este trabajo con su propio nombre es un reflejo de que estamos ante la obra que muestra de manera más profunda su firmamento emocional y cultural: la música de Irma Thomas y Chico Hamilton, las películas de Robert Siodmak y Adam Curtis, los buenos y malos tiempos en San Francisco, Detroit y Los Ángeles.